sábado, 20 de abril de 2013

PRÓLOGO

Nuestra vida se basa en una continua decisión. Cuando nacemos nuestros padres deciden como vestirnos, a que escuela ir, quien son buenos amigos para nosotros,… Cuando llegamos a la adolescencia, tenemos que decidir por nosotros mismos. Si queremos estudiar o no, si nos guiamos por letras o ciencias… Decidimos nuestra forma de pensar, de comportarnos. A medida que vamos creciendo decidimos con quien queremos pasar el resto de nuestra vida, que queremos llegar a ser, y donde viviremos. No te paras a pensar que fue de la chica, la cual, jugabas con ella en el patio del recreo cuando teníais cinco años. Ni del chico que salisteis como novios con quince años.
Cuando eres adulta ya no te preocupas por las apariencias, te empiezas a dar cuenta que las personas se rigen por el interior. Que las apariencias engañan. Que los buenos son muy buenos y los malos son muy malos. Que igual que hay personas estupendas y maravillosas, hay personas que ojalá no hubieras conocido. Tu vida la decides tú con el paso del tiempo y te das cuenta de quien de verdad se merece estar en ella o no, ¡por medio de tu decisión! 
Me llamo Amelia (Mía para los amigos) y esta es mi historia.

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